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La esclavitud infantil: una realidad que continúa persiguiendo a millones de niñas, niños y adolescentes

De acuerdo con la Convención sobre los Derechos del Niño, siendo este el primer tratado internacional ratificado por la Declaración de Derechos Humanos y aprobado en 1989, los y las menores son individuos con derecho de pleno desarrollo físico, mental y social, así como con derecho a expresar libremente sus opiniones. Los derechos de la infancia están plenamente estipulados en esta Convención, en la que se afirma que “no hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien depende la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana” (UNICEF, 2006). A pesar de que esta Convención entró en vigor en 1990, observamos como aún se necesitan numerosos esfuerzos en lo referido a la protección integral de la infancia y adolescencia, para que esta misma se haga efectiva, tal y como dejan de manifiesto, entre otros, los datos que indican que el trabajo forzoso infantil, que se da en mayor medida en niñas, es una de las principales vulneraciones de derechos humanos (Organización Internacional del Trabajo, 2017). De esta manera, millones de niñas trabajan como sirvientas domésticas y asistentas sin salario en el hogar, siendo además especialmente vulnerables a la explotación y el maltrato (UNICEF, 2018). Un total de 3,31 millones de niños y niñas son víctimas de trabajo forzoso, lo que representa alrededor del 12% de todas las personas en situación de trabajo forzoso. Debido a las limitaciones para recoger estos datos, los cuales ya son alarmantes, se predice que pueden ser solo la punta del iceberg. El trabajo forzoso infantil se produce en una gran variedad de sectores económicos e industrias. Más de la mitad de los niños y niñas víctimas de trabajo forzoso están involucrados en la explotación sexual comercial. El trabajo doméstico, la agricultura y la industria manufacturera son otros de los muchos sectores en los que se registran menores en situación de trabajo forzoso. Los informes señalan que los niños y niñas pueden ser sometidos a graves formas de coacción y abuso, como el secuestro, el consumo de drogas, el cautiverio, el engaño y la manipulación de la deuda. Algunos de los peores abusos se producen en las situaciones de conflicto armado (Organización Internacional del Trabajo, 2022). Debemos aclarar que la explotación infantil es la utilización de menores por parte de personas adultas, para fines económicos o similares, en actividades que afectan a su desarrollo biopsicosocial y al disfrute de sus derechos. Así, no todo trabajo realizado por un niño o niña, se considera como esclavitud infantil. El trabajo infantil es esclavitud cuando ese trabajo interfiere en su educación y cuando se origina por condiciones de vulnerabilidad. No hablaremos entonces de esclavitud, cuando se trate de tareas apropiadas a la edad y desarrollo del menor y tengan como objetivo principal el fomentar las habilidades y responsabilidades del mismo. Aunque el trabajo forzoso puede aparecer en cualquier parte del mundo, cierto es que, en mayor medida, se origina en zonas empobrecidas en las que existe una importante falta de recursos y capacitación. Por ello, la pobreza aumenta la probabilidad de […]

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